miércoles, 3 de diciembre de 2014

Empecemos el cambio.

La semana pasada asistí a unas Jornadas sobre Violencia de Género, donde una abogada con un cargo importante dió información perfecta sobre la violencia de género; la conducta de ellos, la de ellas, el sentimiento de ambos, el proceso, ect... y por supuesto, el tema principal que iba a tratar: LAS DE NUNCIAS POR PARTE DE LAS MUJERES POR VIOLENCIA DE GÉNERO.
Cuando esta mujer terminó su ponencia, en la que daba la información, perfecta, de manera clara y sencilla para que todos pudiéramos entenderla, una chica de unos 18 años, levantó la mano para hacer una pregunta, y le dijo a la abogada, que sí que todo eso estaba muy bien, pero que ¿Qué hacíamos respecto a las denuncias falsas por parte de las mujeres?
A esto, la abogada le contestó que habría que aprender a darle más importancia a las verdaderas, que son un 99.99% de las denuncias recibidas, que a las falsas, aunque tampoco hay que pasarlas por alto... pero no se debe poner en duda hasta que no haya evidencias una denuncia así porque el mayor motivo de que pensemos eso es por un MITO que dice que las mujeres somos malas y mentirosas por naturaleza, del cuál ciertos hombres se aprovechan para culparnos a nosotras, haciéndonos sentir culpables y pasar vergüenza, hasta el punto por ejemplo de que quitemos esa denuncia, por el qué dirán. Hay que añadir también que muchas de nosotras no denunciamos por el miedo a que nos pongan en duda.
A esta respuesta, la chica dijo que es que no es justo que un hombre sea acusado de algo que no ha hecho, y pese a la gran diferencia en estadísticas de las denuncias falsas y las verdaderas, siguió dándole más importancia a las falsas.....
Después de esto, volvió a hacer otra pregunta, y esta vez ésta fue que si una mujer le pegaba a un hombre, es que no se le acusa de violencia de género... a lo que la abogada contestó que este término normalmente se asocia a la violencia de cualquier tipo hacia la mujer....
Ésta chica se sintió ofendida por las respuestas de la abogada, y comentó barbaridades de ella en ciertas redes sociales, más que por las respuestas que la abogada le había dado, fue por lo que ella había entendido de sus respuestas.
Este tipo de cosas en pleno siglo XXI y en una chica de esta edad, solo me hace ver que éste es un tema del que realmente no se conoce lo suficiente, que necesitamos trabajar mucho más en esta área, y formar a los jóvenes sobre el tema, porque somos el hoy del mañana, y el cambio empieza poniendo cada uno nuestro granito de arena, y para ello es importante el conocimiento. Hay que cambiar valores que llevan toda la vida presentes y por ello... ¡QUEDA MUCHO TRABAJO QUE HACER, PERO JUNTOS PODEMOS!
“Debemos ser conscientes de que un hecho, un acto, una modificación, una palabra, una mirada, una omisión, una buena o mala decisión etc., siempre producirán efectos importantes para el futuro, aunque no seamos capaces de observarlos a corto plazo. Un pequeño cambio puede generar grandes resultados.”

La vida como una sola, hay que aprender a vivirla.

He cometido muchos errores. He llorado por quien no debía y he reído con falsas amistades. He tropezado dos veces con la misma piedra y cuando pensaba que ya no lo haría más, me empujaron y caí estampada con la tercera. He perdonado mucho, demasiado. He callado te quieros que, por miedo o por inseguridad se quedaron en el aire, aunque a la despedida, a veces los decía camuflados y he regalado te quieros simplemente por cumplir. Ha habido veces que me he despertado con ganas de comerme el mundo, y otras que parecía que el mundo me comía a mí. He gritado con fuerza, pero mi voz nunca salía. He callado verdades por no hacer daño. He salido sin ganas de fiesta y he vuelto con los tacones rotos de tanto bailar. Hay días que dormía solo para poder verte en mis sueños, y días en los que no podía dormir pensando que a la mañana siguiente te tendría a mi lado. He pasado por fases. He sido una niñata, inmadura e insensible y he madurado a base de palos. He creído en lo imposible hasta que se destrozaron mis metas. He abrazado a la persona que pensé que nunca me haría daño, y me he dado cuenta de que esa persona no se merecía ni el roce de mi piel. He cantado en la ducha hasta que mi garganta no podía más. Ha habido días que me sentía preciosa y otros que no quería ni mirarme al espejo. He disfrutado de pequeños detalles... y he aprendido poco a poco, en qué consiste la vida.